Un día mientras utilizaba el transporte público metro (donde frecuentemente se va de pie), escuchaba la conversación de dos señoras la una se quejaba con la otra de cómo eran los hombres en la actualidad.
-En efecto- dijo una de las mujeres- hoy en día ya no hay caballeros que le cedan el lugar a una y menos en el trasporte público.
-Y luego se quejan de que nos separen de vagones- contesto la otra mujer.
En ese preciso momento llegó una mujer embarazada, como sabemos en dicho trasporte existen lugares reservados para embarazadas y ancianos, sitio que una de las mujeres ocupaba; al ver que no cedía el lugar decidí pararme y darle el asiento. Lo que siguió fue que la mayoría de las personas me miraron con asombro.
Al mismo tiempo me surgieron ciertas inquietudes; ¿Por qué les molesta tanto a algunas mujeres que los hombres no sean atentos si ellas mismas no lo son? Y la otra fue ¿A caso tengo algo en la cara o por qué todos me miran?
Años después sucedió algo parecido, llegó un anciano al camión, un joven se paró y le cedió el asiento, el hombre quedo muy contento y agradecido. Al igual que cuando yo le di el asiento a la mujer todos se extrañaron.
Lo que pude concluir es que es una vergüenza que cosas de este tipo se miren con asombro, cuando debería de ser de lo más común; lamentablemente nuestra sociedad no está acostumbrada a realizar este tipo de actos, cada vez es más individualista y egoísta.
Lo que no es extraño es que los políticos quieran tomarse dos días de puente y no sólo uno.
Escritó por :Aquino Téllez Gabriela Ivonne
sábado, 14 de noviembre de 2009
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